Cuando viajas durante mucho tiempo por un mismo país, al final, puede dejar de sorprenderte. No es el mismo impacto el que tiene en ti la primera iglesia, playa o mezquita que ves que la que hace 15. A cada una le exiges siempre más que a la anterior para que te sorprenda. Y es que, por desgracia, el ojo y la mente humana también se acostumbran a la ruta. Por eso, cuando después de casi 3 semanas en un país tan pequeño como Georgia siguen sorprendiéndote sus rincones y algunos pueblos, hace que sí o sí, lo consideres especial. Eso nos pasó en Borjomi… habíamos visto su nombre escrito en las botellas de agua con gas, y la lonely planet lo recomendaba como base para hacer varias excursiones de esas que no nos podemos pagar. Así que poco esperábamos de ese pueblo que se adaptase a nuestro presupuesto… hasta que llegamos.
El pueblo en sí, es muy bonito. Si bien está ajado como la mayoría de ciudades en Georgia, tiene una zona restaurada con casas de madera que no habíamos visto antes. Fue balneario de la realeza rusa a finales del s. XIX y eso aun se intuye en las fachadas de alguna de sus casas. Y se mantuvo siendo muy popular durante la era soviética. El río le imprime un carácter muy romántico brindando unos paseos muy agradables.
Qué hacer en Borjomi si no te da el presupuesto para los tours?
Destino: piscinas de azufre… gratis!
Lo que más nos gustó fue ir a recorrer la ruta de las aguas medicinales. Si nos dirigimos hacia el parque, por el camino, en frente de un hotel que han reconstruido, de esos que no nos podemos permitir y cerca del río, veréis muchas tiendas que venden garrafas y botellas vacías… incluso vasos de plástico. Ahí hay una fuente de la que brota agua mineral natural y dónde la gente se amontona a rellenarse sus garrafas porque dicen, es medicinal. Pocas dolencias hay que no cure. Esa es, la que llaman, el agua fría. Tiene sabor a hierro, a metal… un sabor que a nosotros no nos conquistó, pero claro… porque pensábamos en “agua”, si se piensa en jarabe, bueno… hemos probado cosas peores.
Seguimos paseando hasta llegar al parque. La entrada son 0,5GEL y hay que cruzarlo sí o sí para llegar a las piscinas. Pero el parque vale la pena. Lleno de familias, niños correteando y adolescentes en bancos es un espacio lleno de vida. Parecía que todo el mundo estaba allí. Es un parque de atracciones, tiene comida chatarra por todo sitios, un paseo arbolado espectacular al lado del río y una especie de velador invernadero que es la imagen más conocida de Borjomi. Y ahí, justo debajo de ese velador, está la fuente de agua caliente. También se bebe y también tiene propiedades curativas… pero si la fría nos había costado tragarla, la caliente es todavía más desagradable a nuestro paladar. Por supuesto, hay gente que le encanta, ya sabéis… como gustos colores.
Aviso a navegantes: nosotros probamos las dos y no nos pasó nada (ni bueno ni malo), pero no nos hacemos responsables de las posibles reacciones adversas que os puedan ocasionar!
Llegamos al final del parque… 1 kilómetro nos separaba de las piscinas de azufre. Un kilómetro a través de un bosque por dónde seguía corriendo el río. Con una inclinación muy moderada y el suelo muy llano es un paseo muy agradable. La sombra siempre refrescante nos acompañó todo el trayecto. Cruzamos un par de puentes que parecían sacados de una película de miedo por sus enormes boquetes en el centro y al final un puente nuevo… Nuevo nuevo que 2015 es la fecha que reza en su inscripción. Al lado, el puente original… eso sí que da pavor!
Otro puente que conecta con las piscinas que están… nuevas! Las han remodelado y reconstruido, así como han construido servicios, una zona de picnic, unas gradas… y un despachito. Tiene toda la pinta de que en breve empezarán a cobrar entrada. Pero a día de hoy, es gratis! Así que ahí estábamos, en medio de un bosque, en un balneario natural, a punto de bañarnos en agua caliente con azufre… rodeado de niños que disfrutaban como si fuera una piscina normal. La experiencia fue sencillamente genial! El olor a huevo desaparece a los pocos minutos… eso, o tu nariz se acostumbra que creo que es lo más probable. Hay 3 piscinas, una más grande y 2 más pequeñas… las más pequeñas son más tranquilas porque evidentemente no cubren… no están pensadas para nadar. En las otras los niños juegan, saltan y hacen bombas… no hay vigilante, ni normas. Un par de horitas remojándonos y de vuelta a la guest house que habíamos contratado.
Rutas por el parque natural
Otro planazo gratis que se puede hacer desde Borjomi es hacer alguna de las rutas que se recomiendan por el parque natural. Las hay muy accesibles, de unos 10km con desniveles poco pronunciados. Los bosques de la zona son preciosos y las vistas espectaculares, así que si tenéis tiempo no lo descartéis como plan.
Sobre los tours que recomiendan
El tour lo ofrece mucha gente por 30GEL y son unas 10horas de coche de un sitio para otro. En la misma oficina de información turística lo hacen. Ojo que la oficina no es real, o legal por decirlo de alguna manera… se han montado un chiringuito donde te dan una fotocopia y te venden el tour. En el museo del pueblo tenían un cartel de que hacían el mismo tour por 15GEL y lo hacía el museo… no preguntamos más porque lo vimos al irnos, pero os podéis acercar a consultar.
En tren a Tbilisi!
Ahí estaba el tren… y su estación! Pocas cosas hay que me gusten más que una estación de tren…. Sobre todo si es una estación de la época de los zares reconvertida en hotel y dos restaurantes porque sólo salen 2 trenes al día. Techos abovedados y salones de infarto que sólo son visibles si podéis pagar el menú que dentro se cocina.
Un tren soviético y destartalado esperaba en el andén… tan viejo y tan lento que un trayecto de 2 horas en minibús lo hace en casi 5 horas… y por solo 2GEL! No podíamos perdernos la experiencia de cogerlo… Al entrar, vimos que era mucho más ancho de lo normal… algo que es imprescindible en esa ruta porque los vendedores ambulantes se cuentan por decenas… durante todo el trayecto, no dejaron de pasar abuelas vendiendo todo tipo de snacks, bebidas (Frías durante 5horas?) frutas, juguetes para los niños… todo aquello que os podáis imaginar!
Una parada cada kilómetro… si hay algo en Georgia que descubrimos aquél día son aldeas o minipueblos… y todas ellas tienen su estación de tren y en todas ellas el tren para. Pero lo más fuerte es que casi todas las estaciones de tren están completamente en ruinas… no sólo las más modestas y humildes, las grandes que proclamaban la importancia de las casi ciudades que las tenían, también están en ruinas. Otra parada… y en cada una sube gente. Algo que nos llama la atención desde las ventanillas es ver que nadie va solo a coger el tren… a casi todo el mundo le acompañan. Enormes grupos familiares despidiendo a los viajeros para un trayecto de apenas 150 kilómetros… sí sí, las 5 horas son para esos 150 kilómetros… es que en Georgia las distancias son muy cortas en metros y muy largas en tiempo. Tiempo que se nos hizo eterno… pero qué gustosa eternidad!
Llegamos a Tbilisi, la capital del país y nuestro hogar durante unos días por temas burocráticos… Horror!! Toca hacer visados!
El País que me impacto por su naturaleza
Es sencillamente precioso y está muy poco explotado… Aún!
Belleza Turquía