Al entrar en Clase
La ropa impecable… sus camisas blancas y sus pantalones planchados. Lavados con esmero en un río que no siempre baja limpio, que no siempre lleva agua. El pelo bien trenzado, brillante y desenredado. Con sus cintas a juego, blancas y puras. La corbata bien anudada, radiante y almidonada y los cuellos de la camisa impecables. “Como debe ser”, piensa su madre al dejarle salir por la puerta.
Con su bicicleta, quien la tiene y calzando unos zapatos que tal vez le queden grandes, con su aspecto de galán y de princesa, de banqueros y futuros líderes del país, se dirigen a su escuela… una escuela pobre y reconvertida que en nada se parece a los alumnos que la frecuentan.
Ella no luce blanca y radiante, nadie ha lavado su cara ni sus paredes… nadie trenza sus enredos y nadie se preocupa de que luzca “como debe ser”… ajada y maltrecha, un antiguo mausoleo reconvertido en plataforma para crear las mentes del futuro… los indios del mañana.
Sin pupitres en todas las aulas, sin pizarras cuadradas y con profesores que es más la dedicación que tienen que la remuneración que perciben…
Cuelga la ropa de sus tendidos, ropa de colores, saris de algún maestro que allí se hospede… hasta la ropa interior se luce al sol sin ningún tipo de pudor… y es que la escuela ocupa el espacio pero no todo el edificio. Ellos son la esencia del templo, pero no llenan todo el lugar.
Hay pocas aulas para tanta esperanza… así que estudian en dos turnos, mañana y tarde en función de la edad y las clases. De mayores segregados por sexos… de pequeños todos juntos en el suelo… con sus uniformes impecables y sus carteras nuevas de sus superhéroes favoritos… o más bien, del superhéroe que fuera asequible en la tienda. Porque de marcas poco entiende una clase que no tiene televisor en su casa… Pero todos llevan colores suficientes en sus mochilas para hacer los deberes.
Una imagen que contrasta con sus alumnos… y es que esta escuela y su estado no le llega ni a la suela de los zapatos a las ilusiones y esperanzas con la que los padres mandan allí a sus hijos… Ellos les ajustan la corbata, rezando que sea la escuela quien les libere de su pobreza…
Qué alegría con los niños y los maestros 😀 , y qué enojo con las autoridades que quieren mantener a su pueblo sumido en castas y en consecuencia en la ignorancia >(