Y te encontré en Goa…
A pesar de la magia entre las rocas, de los fuertes del Rajastán, del hogar que hallaste en Púshkar, a pesar de todo, seguías sin encontrar esa India de los hippies, ese país del Shanti shanti, dónde el tiempo pasa despacio y los años se cuentan por monzones…
Pero al final lo encontraste… ahí estaba. Esa India a la que se llegaba en un seiscientos desde Londres cruzando por Afganistán… Esa India que inspiró la primera lonely planet, que acuñó toda una estética en los sesenta y que promovía el amor libre… sigue existiendo, sigue latente, aunque a duras penas es ya el recuerdo de lo que era… pero sigue siendo, lo suficiente como para despertar en ti el amor incondicional y eterno por este país. Oh sí! Amo a India!
El lugar escogido para saborear el mundo con las manos es Arambol. Pasas un mes paseando por la playa… y disfrutando de la puesta de sol. El famoso Sunset de Arambol, quien se esconde a ritmo de tambores y danzas tántricas dotando al momento de pura magia y a quien no solo se le han dedicado millones de fotos si no que tiene hasta su propia canción… Cortesía de un gran músico con quien tuvimos el placer de compartir más de una noche, más de un concierto, más de un momento…
A veces danzando, a veces refrescándonos con una cerveza, esa puesta de sol roja y envolvente se convirtió en una cita ineludible cada día… Porque hay amor y magia en esa playa… intensidad que te invade y se adueña tus emociones…
Desayunar en el Happy Banana, un pequeño garito de la calle principal de la playa… sí, la playa. Es que es allí dónde está la vida. Disfrutar de zumos naturales y frescos con total seguridad… Buscar dónde comer, nuestro lugar favorito el Google Café, mejor precio, sonrisa y conexión a internet. Tirando hacia la playa, dirección al Olive Garden.
Pero Arambol tenía, además, todo el glamour y la buena calidad en la cocina… por algo más en Rupias, aunque asequible en euros, en Arambol se puede comer un buen bistec de ternera en el Relax Inn Café, en la playa, delicioso pescado fresco en el Aladdin, un pepito de ternera al pesto, en el Garden of Dreams, o el mejor tartar de atún que he probado en el Café Nu… y todo ello por menos de 5€ por cabeza y lo más importante… NO PICANTE! Como para no amar Arambol!
Largos paseos por la playa, llegando hasta Mandreem, la que llaman la playa pija de Arambol. Y es que allí están los hoteles con más estilo de la zona… Hacer yoga en la arena, darse un baño relajante y disfrutar de un mar cálido y tranquilo, rodeado de monos, cuervos y vacas…
Alquilar una moto para llegar hasta el mercadillo de Anjuna los miércoles, o el festival de música electrónica los sábados… un festival que poco o nada tiene que envidiar a los grandes eventos europeos. Djs fiesta y mucha fiesta que congrega a todos los turistas del estado y parte de los estados vecinos… Hay, para nuestro gusto, demasiada gente…
Llegar a Morjhin, disfrutar las playas, descubrir rincones, mezclarse con la población local, goana y cristiana se definen como “no muy indios”… será por la religión, aunque sí que notas aquí mucha más paz y honestidad que en otros estados… menos pillería y picaresca. Coger el ferry y cruzar el rio… Las rutas por la jungla descubriendo fuertes abandonados… Los momentos con la gente, la gente a cada momento.
La población local que no vive del turismo, vive de la pesca… y llegan de otros estados también mujeres y chicas jóvenes a vender bisutería en la playa para poder ahorrar para pagar su dote… esa maldita dote que tiene oprimidas (más si cabe) a las mujeres indias. Ellas pasean por la arena… a veces meten los pies, pero nunca se bañan y ni locas usan un bikini. “Eso no es para nosotras… el mar te puede devorar”.
Y tu playa favorita, Querim beach… dónde viste las mejores puestas de sol…
Y a partir de las 20h, las 21h cuando se holgazanea empieza la ronda de conciertos… música en vivo y en directo, algunas noches de micros abiertos, bailarinas del fuego y del vientre, imitadores de los grandes y algunos con nombre propio, la música en Arambol llena cada uno de los rincones de sus playas y garitos… escondidos, íntimos y siempre tenuemente iluminados, para que la luz no rompa la magia de la noche.
Prometimos que íbamos a hacer muchas cosas… íbamos a recorrer Vasco de Gama, o Punjab, la capital, su arquitectura colonial portuguesa, sus iglesias blancas y sus cristos de colores… prometimos hacer muchas cosas, pero Arambol nos secuestró y fue imposible hacer nada más que disfrutar de la tan soñada rutina del paraíso que tanto se echa de menos a veces cuando se está de ruta… Jugamos a las casitas, cocinamos, hicimos amigos, y descansamos… descansamos mucho.
Llegamos para pasar las Navidades en Goa… y nos encontramos que es el nuevo destino de moda entre los indios, sobre todo de Delhi… todos quieren ver a los hippies, a los extranjeros y por supuesto, a las mujeres en bikini. Vienen en grupos de hombres jóvenes y a veces, en familias… Disfrutar de la playa entre Navidad y Nochevieja fue casi imposible, ya que al verte en bikini te rodeaban y fotografiaban sin ningún pudor. Y tenemos que decir, que en Nochevieja, con tanto alcohol de por medio, tuvimos que retirarnos pronto porque si de por sí tienen las manos largas, aquello fue un infierno… Aunque estés en Goa, esa semana en concreto no hay que bajar la guardia. Después, con el año nuevo llegó la calma y la seguridad y pudimos disfrutar de la playa sin problemas…
Y si buscas y tienes suerte, los hostels más económicos y la mejor oferta de casas para alquilarlas… desde 400 rupias al día se puede encontrar, en temporada alta, un lugar para dormir.
Pero lo mejor sin duda fue la gente… todas y cada una de las personas que conocimos en nuestra estancia allí… sus historias, sus vivencias, sus ganas infinitas de vivir y compartir. Sus caminos recorridos, sus mochilas plenas de sonrisas y sus manos siempre abiertas para recibir al viajero exhausto de la ruta… siempre con fuerzas y energías para tomarse una última, para escucharte una vez más, para preguntar de nuevo y tú hacia a dónde vas? Quizás el tiempo nos regale que todos esos momentos y encuentros se conviertan en amistad… porque Goa es lugar de encuentro atemporal para todo aquel que busca su lugar en el mundo, o simplemente, un lugar dónde descansar… Arambol es ese hogar que todo viajero que ha pasado por allí lleva en el alma y al que sueña con regresar. Un lugar, una promesa… volveremos!
Muy buena narración y espectacular destino 🙂