Pushkar… Hogar Dulce Hogar
Cuenta la leyenda que los Dioses dejaron libre un cisne blanco con una flor de loto en el pico. Allí donde dejara caer el loto, el Dios Brahma haría un gran lago sagrado. Y ese sitio fue Pushkar… uno de los cinco dhams o lugares sagrados de peregrinaje de los hinduistas, y una de las ciudades más antiguas de la India.
Pero lo más especial de Pushkar es que acoge uno de los pocos templos de Brahma que hay en el mundo y que aquí Brahma hizo penitencia durante 60.000 años para poder contemplar brevemente a Radha y Krishna, los dioses del amor…
Y después de tres semanas por India sin saber porqué, no acabas de conectar con el país. Bueno, si sabes porqué… no seamos hipócritas tampoco. Te molesta su extrema suciedad y sus constantes intentos de estafarte. Detestas no poder fiarte de las intenciones de nadie… echas de menos la honestidad de la gente que te ha acompañado casi un año. India es dura, ya lo sabías… pero tú lo eres más. E insistes… Así que un lugar tan místico, mágico y rodeado de leyendas te atrae… Aunque después de tu visita a Varanassi tienes más dudas que esperanzas…
Pero ese era… ese era el lugar que estabas buscando. Y la conexión con el fue inmediata. Nada más llegar desde Ajmer, la imagen del lago de Pushkar con sus 52 ghats te dejó sin palabras… todo el misticismo que no habías sabido encontrar en Varanassi, ahí estaba, delante de ti… toda la magia, todos los dioses… toda la fe. Poco negocio…
Descubriste sus calles, tranquilas y peatonales… allí todo el mundo camina. No hay tuk tuks, ni peleas, ni estafas constantes… la honestidad de sus gentes está muy por encima de lo que habías vivido hasta el momento. Sonríen, te invitan a un chai, te saludan…
La oferta de hostales y restaurantes es enorme para el pequeño tamaño del pueblo, y es que es el lugar favorito de los extranjeros para hacer sus compras tranquilos… sin estress. La comida exquisita, y eso que al ser un lugar sagrado está prohibido comer carne o huevos… Es un pueblo 100% vegetariano. Allí encontrarás los mejores falafel del país, los mejores tallarines y unos cheese naan deliciosos… Y si tienes suerte, será todo no picante…. Suplica que aquí a veces funciona!
Una vez superas la emoción de sentirte como en casa en la india, algo que pensabas que no iba a suceder, decides acercarte al templo de Brahma, el motivo principal por el que habías venido a Púshkar y que ya se te había olvidado. Y la verdad es que el templo en sí no es nada del otro mundo… subes las escaleras siguiendo todo el protocolo, no puedes hacer fotos y te acercas al altar dónde aguarda Brahma en persona… de una talla más bien pequeña y ojos enormes que te miran sorprendido. A pesar del tiempo, no te acostumbras al efecto cómic que tienen los dioses hindús… (momento rayo de Shiva)
Y al caer la noche, oyes música de fondo… es una boda. El novio a caballo, es escoltado por toda su familia al lugar de la ceremonia donde esperan su futura esposa y los suyos. Por el camino bailan, cantan, palmean y festejan lo que es un día muy importante en sus vidas. Con la curiosidad por las nubes te acercas y de pronto, el padre del novio,, te pide que por favor te unas… y ahí estás tú, bailando y celebrando como si fuera un miembro de tu familia. Y ha sucedido… estás invitado a una boda hindú… Y tú con estos pelos!!
Al llegar al restaurante, la familia de la novia homenajea a los recién llegados con joyas, flores y regalos… así te adornan con collares, pulseras, flores y demás alhajas. Entras entre aplausos como si fueras alguien importante y el padre del novio te pone a dos acompañantes para que pruebes toda la comida y no te pierdas nada… Y ahí descubres una tradición muy peculiar de las bodas del Rajastán: los hombres de cada familia llevan un gorro típico que les identifica, bando del novio, bando de la novia… Una noche mágica que se quedará para siempre en tu retina…
Subimos a un templo, luego a otro… al de los monos le llaman. La verdad es que ver la puesta de sol desde cualquier lugar de Pushkar es uno de los mejores momentos del día… aunque el amanecer también tiene su magia. Ver a los devotos bañándose en los ghats, escuchar los rezos y sentir, toda esa fe, toda esa fuerza… todo ese misterio que envuelve como siempre la religión hinduista, tan compleja que ni sus fieles la llegan a comprender muchas veces.
Y entre falafel y falafel de la calle principal van pasando los días… tienes el gran gusto de conocer a Pedro, uno de esos viajeros que te cambian la visión de la ruta, y una persona que tenemos el gran placer de seguir llevando en nuestra mochila.
Y aun hoy, mientras escribes estas palabras, tu memoria te transporta a aquel momento, a aquel lugar y sobre todo, a aquella sensación de paz… de haber encontrado por fin, un hogar en India, un lugar al que volver. Uno de esos sitios que no dejas de recomendar y que a nadie ha decepcionado. Así que ya sabes… si vas a India no te olvides de pasar por Pushkar, porque eso cambiará tu ruta…
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